UNA CITA CON... FRANCISCO JOSÉ MARTÍN JAIME Y EL REESTRENO DE SHADOW OP. 16

UNA CITA CON... FRANCISCO JOSÉ MARTÍN JAIME Y EL REESTRENO DE SHADOW OP. 16

Querido público:

El próximo sábado 16 de septiembre, como saben, comenzamos esta nueva andadura en la temporada 2023/2024. Dentro de este primer concierto, y como uno de los alicientes importantes del mismo, está algo que se está convirtiendo en “habitual”, un Estreno Absoluto. Ello no le resta interés, es más todo lo contrario, habla de un compromiso con la música, su mundo, y en concreto con una de las vertientes más complejas, la creación. En este sentido, comenzará la temporada con un concierto cuya primera obra es, definiéndolo ahora con más propiedad, un reestreno absoluto en España. Emocionante. Aprovechamos para conversar con el compositor, Francisco José Martín Jaime (1970 - ) y su obra Shadow, Op. 16 .

Shadow Op.16. ¿De qué se trata?
Shadow es un poema sinfónico para orquesta de cámara o para orquesta sinfónica reducida, que compuse en 1992 para la Twents Kamer Orkest (hoy Oost Nederlands Orkest) de Esnchede, Países Bajos, por encargo de su director, Lex Oosthoek. Está basada en un relato de Edgar Allan Poe y supuso el comienzo del planteamiento compositivo que ha devenido en mi modus operandi durante el resto de mi vida, la Música de Thelema o Música de la Voluntad. Shadow comienza en un banquete funerario (típicamente, fuera del espacio-tiempo, esto es, época y lugar indeterminados, aunque apunta Poe a la Grecia Clásica). Las sombras se van haciendo cada vez más densas hasta que se concretan en un paroxismo de obscuridad al que el narrador de la historia -en primera persona-, pregunta quién es. La sombra contesta I’m Shadow, (“Yo soy Sombra”), y su voz resonó con las voces de cientos de amigos desaparecidos. De esta forma, aterradora y enigmática, acaba Poe su relato.

¿Cómo nace esta obra?
Ya he comentado que el maestro Oosthoek me hizo el encargo, para completar en el estreno un programa con el Concierto para Clarinete y Orquesta de Mozart y la Cuarta Sinfonía de Beethoven. La instrumentación debía ser adecuada para ese concierto, puesto que la orquesta iba a contar únicamente con esa plantilla. No me habría venido mal tener timbales, trompetas y trombones pero, a decir verdad, lo limitante de la plantilla para lo ambicioso de la obra fue un aliciente más que una rémora. Estar en mi primer estreno sinfónico, en un país extranjero y arropado por Mozart y Beethoven, era un compromiso tremendo que afronté sin temor gracias al arrojo inconsciente, fruto de la bisoñez que otorgan los 21 años que tenía entonces.

La última obra importante que había terminado fue mi Segunda Sinfonía, mi Sinfonía Gótica, compuesta entonces en loor y recuerdo de quien ha sido el amor de mi vida entera, y que hoy, felizmente, es mi pareja. Una obra monumental, muy centroeuropea, para gran orquesta, destinada a guardarse muchos años en el cajón, pues partía de mi necesidad de componer y no de encargo alguno. En esa sinfonía buscaba mi propio camino, tanto en lo compositivo y personal (la compuse entre los 17 y los 18 años, hasta los 20 estuve copiándola en limpio a mano), que acabé encontrando en los escritos metafísicos de Aleistair Crowley y su Thelema. Thelema significa Voluntad en griego, y me interesó especialmente dicho concepto: que cada nota de mi Obra fuese fruto de mi Voluntad, y no de casualidad alguna. Si tenemos en cuenta que lo que llamamos casualidad es, en términos divinos, causalidad, comprenderemos lo que, muchos años después, en un artículo científico-filosófico, consigné como que componer es jugar a ser Dios.

En Shadow utilicé por primera vez la técnica del Leitmotiv de Wagner, aunque de un modo muy ampliado, permitiendo la evolución musical de los motivos y su fundición unos con otros. La fundición siempre se ha de hacer con calor y golpes, por lo que se aporta y se genera mucha energía, que es lo que necesitaba en mi música, vista especialmente la trama argumental del texto de Poe.

Así, aun siendo una obra de bastante juventud (acabé mi Primera Sinfonía con 16 años, una sinfonía de casi una hora para coro y gran orquesta en cinco movimientos, que no era tampoco mi primera obra, con lo que puedo concluir que mi juventud fue realmente temprana), Shadow es una obra muy bien consolidada, fuertemente basada, coherente y energética (todo eso dijo la crítica holandesa y alemana en las distintas ocasiones en que se ha programado en el Norte de Europa). Dijeron también que abría caminos al futuro de la Música desde la tradición y sin ir contra el público. Aunque eso la Historia lo dirá.

Abre la temporada de Iberian Sinfonietta. Sensaciones...
Muchas y muy buenas. Es magnífico que una orquesta de la trayectoria y con la proyección de Iberian Sinfonietta sea quien estrene en España esta obra. No niego que me resulte lamentable que nadie haya tomado la iniciativa antes para hacerlo, pero tampoco que me alegre inmensamente que sea esta orquesta y su director, el maestro Juan Paulo Gómez quienes la estrenen en mi patria. Nadie del público puede imaginar ni la sangre exudada en el trance de la composición por el compositor (en ocasiones se tardan años en componer las obras de mayor formato, no hay que olvidar que, por ejemplo, Richard Wagner dedicó veinte años de su vida en componer la Tetralogía), ni las esperanzas y frustraciones que se sufren posteriormente, buscando un hueco en la realidad del mundo para integrar la obra propia, lo que, en la Música, es especialmente difícil. Las reglas del juego de la composición son extrañas. Siento mucho agradecimiento además por el lugar de honor que me han concedido. Abrir una temporada regular de conciertos es una posición de mucho privilegio que me han concedido Iberian Sinfonietta y el maestro Juan Paulo Gómez, y que demuestran mejor que de ninguna otra forma posible su cariño hacia mi persona y hacia mi música. Yo he intentado corresponderles humildemente, haciendo una reedición de la partitura especialmente para ellos. Esto último es una pequeña muestra de amor, pero que hacerla significa mucho para mí.

¿En qué momento te llega esta obra?
Sinceramente, en un momento exultante. Hace unos dos años decidí centrar mis esfuerzos personales y profesionales en la composición, dejando de lado mi carrera como director de orquesta. No tengo fuerzas ni tiempo para llevar ambas adelante. Desde entonces, han sucedido cosas maravillosas en mi vida. Se aparece como que los Hados estuviesen esperando que tomase esa decisión para favorecerme. Fortuna siempre me es propicia. El caso es que, en enero del año pasado, me encargaron la composición de una ópera, Eva, Op.91, que estoy terminando, compuesta para Carlos Álvarez y Berna Perles. Aunque el estreno probablemente tenga que ser muy lejos de aquí, cosas del destino. En verano, el maestro Rahbari, quien desde su paso por la Orquesta Filarmónica de Málaga se ha convertido en uno de los más relevantes directores de orquesta del mundo, me llamó para encargarme una obra sinfónica basada en el Flamenco. Tras componerla y que sucesivos milagros ocurriesen, se estrenó el pasado 14 de julio en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, Rusia. Los milagros, seguro que la expresión intriga, han sido, entre otros, que la programación del Teatro Mariinsky está cerrada a unos cuatro años vista, no obstante lo cual se produjo un hueco para este julio, que le pidieron al maestro Rahbari que dirigiese, y en que le dieron la posibilidad de elegir el programa. En palabras del propio maestro, esas cosas no pasan. Sin embargo, sucedieron, y he tenido el honor de ser el primer compositor español (y, por ende, andaluz y malagueño), en estrenar una composición en el Teatro Mariinsky, la “casa” de Rimsky Korsakov, Rachmaninov o Shostakovich, y también de ser el primer compositor español del que tocan en dicho teatro una obra estando vivo (he de reconocer que me cuidé especialmente los días previos, no fuese a no poder conseguirlo). Y en plena guerra.

Ahora sigo inmerso en la composición de “Eva”, tengo pendiente terminar otra ópera, “Medea”, y varios proyectos más, entre otros una tercera ópera, en la que ya trabajo en el libretto, además de diversos estrenos (Barcelona, Suiza,...), y una gira con mi “Flamenco Suite” (la estrenada en San Petersburgo y tras su grabación), por Oriente, especialmente China.

Un momento de mi vida pletórico, sin duda. Aquí habría que imaginar un emoticono, ese de la carita con varios corazones alrededor.

Algún consejo para su escucha el sábado en su reestreno.
Recomiendo, en la medida de lo posible, haber leído previamente el texto de Allan Poe. No es, evidentemente, una transliteración, ni una descripción. Hay que entender esta música, al igual que en la ópera, como todo aquello que las palabras no pueden expresar. Dice el dicho que una imagen vale más que mil palabras, pero una música puede expresar más que mil palabras y mil imágenes.

Una vez leído el texto y, teniendo en cuenta lo anterior, yo recomendaría cerrar los ojos para no dejar a los ojos distraer al alma, y abandonarse a la escucha, bloqueando todo pensamiento para poder aprehender todas las sensaciones y dejar aflorar los sentimientos. No es una obra amorosa, sino que hay mucho terror, mucho vértigo ante el Abismo, mucha nostalgia de lo que fue y pánico ante lo que Es. Pero gusta.

Algo que se nos quede en el tintero.
Pues he querido dejar para el final una cosa. Aunque ya he agradecido a Iberian Sinfonietta y a su director, el maestro Juan Paulo Gómez, el incluirme en la programación y, además, en lugar tan insigne, quiero reiterarlo, y aun así no creo ser capaz de mostrar clara y fehacientemente la gratitud que les profeso. Y, también, a la Asociación de Compositores e Intérpretes Malagueños (ACIM) y a su presidente, Alejandro Cano, por la iniciativa y el tesón en crear oportunidades para los músicos malagueños, deberíamos recordar que la única iniciativa por la creación y difusión de la música de los compositores malagueños vivos es la que tiene ACIM, una vez que las instituciones públicas que apoyaban y mantenían diferentes apuestas por la misma han ido descolgándose y dejando en el desamparo a aquellos creadores de los que, en el futuro, esas mismas instituciones se llenarán la boca en elogios cuando hayamos muerto. Y, por esa misma razón, al Ayuntamiento de Fuengirola, por promover y apoyar a esta orquesta y albergar con tanto mimo y cariño este concierto inaugural de la Temporada de Iberian Sinfonietta, en que tengo el honor y el privilegio de “descorchar el champagne”.

Nos despedimos del compositor, deseándoles suerte en el día del estreno de su obra ante público en España. Para no perdérselo.

Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos.

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