SOUVENIR DE FLORENCIA, UNA JOYA DE TCHAIKOVSKY A LA ALTURA DE SU SERENATA PARA CUERDAS

SOUVENIR DE FLORENCIA, UNA JOYA DE TCHAIKOVSKY A LA ALTURA DE SU SERENATA PARA CUERDAS

Querido público:

El próximo sábado volveremos a vernos en el Palacio de la Paz de Fuengirola a las 19:00 horas, aunque en esta ocasión la presentación y la narración del acto la desarrollará Víctor Burgos Salinas, un compañero con unas cualidades de comunicación magníficas, debido a que un servidor no podrá disfrutar de esta cita.

La última entrada que nos quedaba para redondear toda la información en torno al programa del sábado será la obra que cierre el concierto. Una de las maravillas de Tchaikovsky, Souvenir de Florence Op. 70. Como ya saben, el concierto lo compondrán un estreno absoluto del compositor Juan Manuel Cisneros con su obra Danza, para orquesta de cuerdas; le seguirá el premiado guitarrista Stoyan Paskov con el famosísimo Concierto para guitarra y orquesta nº 1 en La mayor, Op. 30 de Giuliani y todo culminará con esta joya de Tchaikovsky.

Tchaikowsky encarna la música rusa por excelencia, pero en un momento en el que la tradición empezaba a encontrarse con una turbulenta vida política que siempre afecta y condiciona todo, y por supuesto cualquier manifestación artística. Serán muchas las salidas de Rusia de Tchaikowsky, unas veces por motivos más amables que otros, y dentro de estas salidas, que le dan una idea muy detallada de la música en toda Europa, serán sus estancias en Florencia. Normalmente, eran largas temporadas en la Villa Oppenheim de Florencia, aunque el maestro aprovechaba para visitar a conocidos, artistas, etc.

Esta etapa, final de su vida, entre los años 80 y 90 estará por tanto marcada por Florencia, y será especialmente fructífera, pues en ella compone Capricho Italiano, la ópera La dama de Pique y nuestro Souvenir de Florence. Esta obra, que nació como sexteto, en seguida creció para ser una obra de orquesta de cámara. Encarna toda la elegancia y la audacia de Tchaikowsky. Es una obra dividida en cuatro movimientos. El primero, bucea en la música popular italiana y rusa, creando una mezcla indisoluble. Este Allegro con spirito pivota entre la vitalidad y la tranquilidad y como decimos, entre lo ruso y lo italiano. El Adagio cantábile e con moto, con sus dulces pizzicati, es más de estética romántica. El Allegro moderato es un scherzo, muy virtuoso y con ecos de Dvorak y de la música centroeuropea. Finalmente, el Allegro vivace, vuelve a la contraposición y fluctúa entre lo rítmico y lo lírico, es sencillamente maravilloso.

Para no perdérselo...

Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos

Regresar al blog