MAX BRUCH Y SU PRIMER CONCIERTO PARA VIOLÍN. OBRA DE REFERENCIA EN EL ROMANTICISMO MUSICAL
Querido público:
Una de las obras más interesantes que disfrutaremos no solo el próximo sábado 16 de octubre, sino en todo este curso, será el famosísimo concierto de Max Bruch para violín. Una pieza venerada por todos los violinistas y por el público. Y también por el propio compositor, que pasó el resto de su vida intentando emular este concierto nº 1 pero no lo logró, y es que le “salió” un concierto único.
Bruch recibió sus primeras clases de música cuando era niño, mostrando desde pequeño talento para la composición. A los 11 años ya había compuesto algunas obras. Después de terminar sus estudios en Leipzig, trabajó durante tres años en Colonia como profesor de música. Entre 1861 y 1865 realizó numerosos viajes por Alemania, Austria, Francia y Bélgica, donde dirigió conciertos como director de orquesta. Más tarde aceptó el cargo de director de música en Coblenza y director de orquesta en Turingia. En 1870 se instaló en Berlín, donde volvió a trabajar como profesor de música. En 1881 fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Liverpool, donde vivió tres años. Posteriormente dirigió la orquesta de la ciudad de Breslau. En 1891 se hizo cargo de la dirección de la escuela de composición en Berlín. En los diez últimos años de su vida, Bruch renunció a sus cargos como director y se dedicó por entero a la composición.
El Concierto nº 1 para violín y orquesta en Sol menor, Op. 26 de Max Bruch es considerado su obra más importante y populares por varias razones. Fue muy bien recibido en su estreno en 1868 y desde entonces han sido muchos los violinistas de renombre que lo han interpretado, lo que ha contribuido a su gran difusión. Se considera el clímax de todos los conciertos románticos para violín y orquesta, pues absorbe muy bien las características de los que le precedieron de compositores como Beethoven, Mendelssohn o Tchaikovsky, pero no podemos olvidar, y ello es una de las claves, que Bruch sí era un experto violinista, a diferencia de estos gigantes de la música que acabamos de citar. Destaca por su equilibrio y perfección en cuanto a la estructura formal, con tres movimientos muy bien tratados y articulados. Posee temas de gran belleza melódica, sobre todo el segundo movimiento Adagio, que es considerado uno de los movimientos lentos más líricos y emotivos de la literatura concertante. Impresiona por la brillantez y dificultad técnica de la parte solista, que exige al máximo las capacidades del violinista. Brinda amplias oportunidades para lucirse al solista tanto en lo técnico como en lo musical y la interpretación de los afectos. Su popularidad ha llevado a que sea el concierto más grabado y programado en los conciertos de violín de todo el repertorio romántico.
No es por poner nerviosa a nuestra violinista invitada, pero sabe ella y sabemos todos, que es una pieza conocida y admirada, con lo bueno que ello conlleva y con la responsabilidad que va implícita también. El sábado, lo disfrutaremos, de mano de ella, el maestro y de Iberian Sinfonietta. Para no perdérselo.
Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos.