LA INFLUENCIA DE MENDELSSOHN EN LA SERENATA PARA CUERDAS DE ELGAR
Querido público:
Uno de los grandes alicientes del concierto del 25 de noviembre de Iberian Sinfonietta será el momento en el que suene la famosa Serenata para cuerdas en mi menor, Op. 20 del inglés Edward Elgar (1857-1934). Para una orquesta, como es el caso de Iberian Sinfonietta, y en concreto para su sección de cuerdas, ésta es una partitura obligada, de las que forme parte de lo mejor de sus interpretaciones. Pero eso lo juzgarán ustedes el próximo sábado 25 de noviembre en el Palacio de la Paz de Fuengirola. En cualquier caso, la Serenata de Elgar es una partitura especial dentro del repertorio de las orquestas de cuerdas.
En esta pequeña obra de juventud ya encontramos la capacidad de Elgar para el diseño temático y la creación de atmósferas musicales sugerentes con una orquestación clara y precisa. Sin duda, supuso un primer paso importante en su desarrollo como compositor. Aunque no estaba del todo alejado de influencias como Mendelssohn, quizás podamos ver en esta obra los primeros atisbos del genuino lenguaje elgariano, con su delicada escritura para cuerdas. Fue una de sus primeras obras publicadas y se ha convertido en una pieza emblemática del repertorio camerístico, como ya hemos indicado.
Através de esta pieza, podemos asomarnos a los inicios de un músico que acabaría situando la música inglesa a la vanguardia europea. Les invitamos a descubrir conmigo los destellos del genio elgariano que ya podemos atisbar en esta encantadora Serenata para cuerdas.
Veamos algunos detalles sobre la posible influencia de Mendelssohn en la obra.
Al igual que el compositor alemán, Elgar cultivó el género de la serenata, una pieza corta y sosegada para conjunto de cuerdas. En cuanto a la forma, la Serenata sigue el esquema típico de tres movimientos usados por Mendelssohn en obras como su Octeto. El movimiento inicial, Allegro piacevole, recuerda por su carácter chispeante y ameno a obras similares de Mendelssohn, como su Obertura de "El sueño de verano". Tiene una sección central más lírica y una breve coda para el cierre basada en el tema inicial.
El Larghetto central es de forma ternaria ABA. La sección B modula brevemente a la tonalidad relativa menor y recoge el lirismo del maestro alemán en movimientos como el Adagio de su Cuarteto Op.13. Presenta un tema principal muy flexible y melódico para los violines en compás de 2/4.
El tercer movimiento, Allegretto, retoma el primer tema del primer movimiento en una variedad formal de rondó. Se producen alternativas presentaciones del tema con varias secciones transitorias basadas en material temático anterior. Recurre a la reexposición ampliada del primer movimiento para alcanzar una conclusión sosegada.
Pese a su sencillez aparente, Elgar demuestra aquí un dominio de las formas clásicas que iría perfeccionando. Es así como esta breve obra camerística sigue un esquema formal claro que sienta las bases del lenguaje elgariano. La orquestación clara y los diálogos entre las líneas recuerdan el estilo homofónico de Mendelssohn. Elgar estudió partituras de Mendelssohn y, sin duda, aprendió de su dominio de la forma y la transición temática. No obstante, el lenguaje posromántico del compositor inglés ya apunta a su estilo personal, más cromático y evocador. Por todo ello, puede decirse que Mendelssohn fue una de las primeras y más palpables influencias de Elgar en sus inicios compositivos, aunque supo ir desarrollando pronto su propia voz.
Será un momento precioso disfrutar de esta obra en el próximo concierto de Iberian Sinfonietta bajo la batuta del Maestro Juan Paulo Gómez
Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos.