CONOCIENDO A IBERIAN SINFONIETTA: JAVIER TUÑÓN AGUADO

CONOCIENDO A IBERIAN SINFONIETTA: JAVIER TUÑÓN AGUADO

El próximo sábado 20 de mayo, será el último concierto de esta temporada de Iberian Sinfonietta. Volveremos en septiembre, pero en medio, la parada estival.

Se llega a este final de curso con la tranquilidad de haber hecho bien las cosas, de haber crecido y de consolidar una programación cada vez más interesante, diversa y generosa. Interesante porque la programación la pueblan nombres esenciales de la historia de la música y muchos otros menos conocidos, por no hablar de la cantidad de estrenos absolutos que ha habido este año. Diversa porque dentro de un proyecto en torno a la música clásica o académica, se demuestra que las diferencias estilísticas son muchas, y todas ellas caben en los conciertos de Iberian Sinfonietta. Y finalmente, generosa, porque son muchas las direcciones en las que crece el proyecto, más relaciones con conservatorios, con medios de difusión y revistas especializadas, con asociaciones de compositores, con instituciones, etc.

Dentro de estas líneas de trabajo está la recién creada línea de publicaciones “Conociendo Iberian Sinfonietta”, en la que poco a poco, querido público, pueden acercarse a cada uno de los componentes de este proyecto. Hoy dedicaremos este espacio a uno de los músicos reconocible por todo el público, identificable por el gran instrumento que toca, y porque suele estar solo al frente de la sección, es Javier Tuñon Aguado, el contrabajista, conversamos con él.

¿Cómo te sientes en Iberian Sinfonietta y qué labor desarrollas?

La primera respuesta que me viene a la cabeza es “como en casa”. La Iberian Sinfonietta se ha convertido en un lugar común, verdaderamente familiar, para los músicos que la integramos. Desde que empezara su andadura, allá por el 2019, el proyecto artístico ideado y liderado por nuestro director, Juan Paulo Gómez, se ha ido consolidando, y a día de hoy se podría decir que las citas bimensuales en el Palacio de la Paz están marcadas en rojo en el calendario, no sólo para los músicos que formamos parte de la orquesta, sino también para todo nuestro público. Personalmente, puedo considerarme afortunado por contar con la confianza de Juan Paulo Gómez, incansable promotor y difusor de la música al que conozco desde hace ya bastantes años, y junto a quien he tenido la suerte de participar en numerosos proyectos camerísticos y sinfónicos.

Mi labor en la orquesta, con la que intervengo desde su fundación, es la habitual del contrabajista en las formaciones con número limitado de músicos. Me corresponde principalmente encabezar el soporte armónico del conjunto y contribuir a su estabilidad rítmica.

Normalmente estás solo y por tanto reside toda la responsabilidad en ti, ¿cómo se lleva eso?

Ser el único integrante de mi instrumento en la orquesta tiene distintas interpretaciones. Por una parte, es cierto que recae en mí la responsabilidad de responder a los requerimientos interpretativos de los compositores, así como a las indicaciones del director. Sobre todo, destacaría la importancia de saber ponderar aspectos como las dinámicas, puesto que el volumen sonoro de las intervenciones que hago es el resultado final de mi voz que llega tanto a mis compañeros como al público. En este sentido, tengo siempre muy presente que el sonido de la orquesta se construye a partir del bajo. Coincido aquí con las palabras que Patrick Süskind dedicaba en su libro El Contrabajo al papel de mi instrumento en la orquesta: “prescinda del bajo y reinará la más absoluta confusión babilónica de lenguas, una Sodoma donde nadie sabe ya por qué hace música”. Por otra parte, no hay que perder de vista que la orquesta es un ecosistema, donde todos los instrumentos están interconectados, como ocurre con los seres vivos en el medio natural. Lo verdaderamente importante es la relación y el diálogo equilibrado entre todos, y esto hace que el "yo" quede relegado a un segundo plano, para ceder el protagonismo al "nosotros".

Háblanos de ti y de tu trayectoria

Mi camino en la música empezó hace ya algunos años. Bueno, ya muchos (risas). Echar la vista atrás da casi vértigo, pero imagino que es una buena señal, indicativo, quiero pensar, de que cada vez sabemos un poco más. Yo me sigo viendo como el niño que acudía a sus primeras clases de contrabajo en Huesca y Zaragoza, con una enorme curiosidad por descubrir un nuevo lenguaje y compartir experiencias con otros jóvenes que compartían mis inquietudes. Afortunadamente, solamente puedo decir cosas buenas de haber decidido dar aquel primer paso. Luego han venido otros más, que me han llevado a vivir en ciudades como Madrid y Barcelona, a recibir consejos musicales de contrabajistas de primer nivel, a conocer a compañeros de los que frecuentemente he aprendido mucho y con algunos de los cuales he trabado una relación de amistad sincera, y a viajar por lugares de la geografía nacional e internacional, haciendo cursos y dando conciertos. Entre ellos, guardo especial recuerdo de giras con orquestas jóvenes por países como Rusia o Brasil, gracias a las que he conocido lugares que quizá de otro modo no habría podido visitar.

En cuanto a mi trayectoria profesional, he tenido la oportunidad de colaborar con orquestas como la Orquesta de Radio Televisión Española o la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, entre otras, y como docente, he ejercido la enseñanza en varias comunidades autónomas. En la actualidad, soy profesor en el Conservatorio Profesional de Música “Costa del Sol” de Fuengirola.

En mayo, el último concierto de la temporada, ¿qué valoración haces de este año de Iberian Sinfonietta?

Me parece que esta temporada se puede calificar como la de afianzamiento de nuestro proyecto. Como decía antes, la orquesta no ha dejado de crecer en estos cuatro años, pero considero que este año ha tenido un significado especial por varios motivos, de los que destacaría tres. El primero es que hemos reforzado nuestro vínculo con compositores contemporáneos y con jóvenes talentos de la interpretación, gracias al convenio de colaboración con ACIM, Asociación de Compositores e Intérpretes de Málaga. Fruto de ello, hemos llevado a escena sonoridades más actuales y acompañado a músicos con un nivel sobresaliente y una enorme proyección de futuro. El segundo, creo que hemos ofrecido una atractiva oferta musical, de muy amplio espectro. Y es que a la programación de obras con perfil más marcadamente camerístico, habitual ya en el pasado, hemos añadido la propuesta de composiciones dotadas de un cariz más sinfónico. Haciendo memoria, y a riesgo de dejarme alguno, pienso que no todas las orquestas con nuestro número de músicos pueden decir que han interpretado obras representativas de Mozart, Beethoven, Saint-Saëns, Dvorak, Elgar, Tchaikovsky, Mahler o Wagner, en una misma temporada. El tercer motivo es que la orquesta tiene ya unas señas de identidad reconocibles por nuestra audiencia, tanto física como virtual. Cuando el público asiste a un concierto, sabe que va a disfrutar de una experiencia artística completa, mediante la que puede viajar al contexto en que fue concebida y creada cada obra a través de la presentación divulgativa de Jorge Rodríguez Morata, nuestro coordinador de contenidos pedagógicos, y cuando acude a las redes sociales puede visionar nuestras actuaciones, gracias al afán que tenemos por difundir el trabajo realizado y por acercar estas interpretaciones a quien no haya podido asistir o desee volver a escucharnos.

Iberian Sinfonietta se despide con "Praga" y "Suite Pulcinella", una valoración personal sobre ambas como contrabajista

En los conciertos de Iberian las obras programadas a menudo guardan un vínculo entre sí, por muy distantes en el tiempo o alejadas en el espacio que sea su creación. En este caso, el nexo está en que ambas obras se quisieron salir de su marco temporal, para trasladarse a otros períodos.

En el caso de la Sinfonía nº 38 “Praga” de Mozart, una de las últimas sinfonías del genio austriaco, destaca por su emancipación de la herencia de Haydn y por su gran ascendente sobre Beethoven. En el caso de la “Suite Pulcinella” de Stravinsky, del siglo XX, el viaje emprendido por su autor es hacia el pasado, ya que la obra se encuadra en el llamado Neoclasicismo y se inspira en el Barroco italiano.

Como contrabajista, ambas obras suponen un reto. La primera, por la claridad de líneas y cuadratura características en Mozart, que, con una técnica de inigualable maestría y una belleza sonora al alcance solo de los genios, hace necesaria una interpretación de gran nitidez y precisión. La segunda es una obra en que el contrabajo adquiere un papel más presente de lo acostumbrado, por el carácter concertante que prima en la adaptación del ballet. Además, hay un número donde tiene junto al trombón un célebre solo de carácter humorístico. Esto, muy poco habitual, dará al público la ocasión de escuchar mi instrumento en el papel protagonista.

¿En qué momento musical te encuentras?

Compaginar mi labor pedagógica con la faceta interpretativa me hace sentir pleno y feliz. Creo que para que un profesor sea completo debe mantener una actividad habitual como concertista. Asimismo, el desempeño como docente es muy enriquecedor para renovar la competencia instrumental, porque los alumnos dan puntos de vista siempre novedosos y frescos, que ayudan a fomentar la sana mentalidad de crecimiento y mantener un enriquecedor "feedback".

Mi momento musical actual es muy satisfactorio, porque, por suerte, disfruto mucho de lo que hago. Además, estoy abierto a nuevos retos, entre ellos el de conocer nuevos instrumentos como la viola da gamba, a cuyo estudio dedico últimamente parte de mi tiempo.

Algo que se nos quede en el tintero…

Nada más. Solamente, mandar desde aquí mi agradecimiento a las personas que nos siguen desde que empezamos con este proyecto y también a todas aquellas que se han ido sumando a nuestra pequeña gran familia. Un afectuoso saludo, y os esperamos en mayo para despedir la temporada.

Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos

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