EL IDILIO DE SIGFRIDO. LA PROCLAMACIÓN DEL AMOR TRASCENDETE DE WAGNER
Querido público,
Con el Idilio de Sigfrido terminamos la serie de entradas de este blog en relación al concierto de Iberian Sinfonietta el próximo sábado 26 de noviembre a las 19:00 horas en el Palacio de la Paz en Fuengirola.
Como hemos ido reseñando, el Concierto, titulado Tres estilos, nos presenta una velada con obras de Beethoven, Dvorak y Wagner, y precisamente comienza con ésta, que es con la que terminamos esta serie de entradas. Pronto, seguiremos con el concierto de enero…
El Idilio de Sigfrido, es la única obra sinfónica de la madurez de Richard Wagner. Fue un regalo de cumpleaños de Wagner a su esposa Cosima, hija de Liszt. Tiene una duración aproximada de 20 minutos. Es una composición de cámara (para pequeña orquesta) finalizada en Villa Triebschen el 4 de diciembre de 1870 celebrando el nacimiento de su hijo Siegfried Wagner (1869) y su casamiento con Cosima Liszt (1879). El propio Wagner dirigió el estreno de la obra, que había sido ensayada en secreto por Hans Richter, veintiún días más tarde para el cumpleaños de Cósima, que cumplía 33 años de edad ese día de Navidad de 1870.
Según consta en el diario de Cósima: «Fui despertada por el sonido de una música nueva, maravillosa y desconocida tocada por un conjunto de cámara. Al finalizar, Richard apareció con mis cinco hijos y me entregó la partitura llamada Regalo sinfónico de cumpleaños».
Wagner había encontrado, en aquella villa a orillas del Lago Lucerna, la paz después del escándalo público que casi termina con su carrera, por su relación con Cósima, la hija ilegítima de Franz Liszt casada con el gran director Hans von Bülow. Originalmente sólo destinada a familia y amigos, se vio forzado a publicarla en 1878 por dificultades financieras. Estructuralmente, el Idilio de Sigfrido es una especie de “collage” formado por diferentes escenas de la Tetralogía El Anillo del Nibelungo, especialmente, de la segunda ópera: Sigfrido, aunque el tema principal es la consecuencia del “blickmotiv” o “motivo de la mirada”, leitmotiv motor de Tristán e Isolda.
Existe, pues, un vínculo muy estrecho que une la obra wagneriana, tanto en lo estrictamente musical como en lo psicológico. Fue la cruzada de Wagner, la proclamación del Amor Trascendente, y para ello recurrió a la mitología postromana, cobrando nuevamente un sentido universal e intemporal. Por tanto, el Idilio de Sigfrido representa la síntesis del ideal wagneriano; es Tristán e Isolda, Lohengrin, Tannhäuser, el “Anillo”. El “Idilio” cierra el ciclo, Parsifal es la consecuencia de acceder al Amor; alcanzar el Conocimiento. Y el camino para alcanzarlo va hacia adentro; es la reconciliación con el Alma-Isolda-Brunnhilde y su emancipación sobre la Mente-Morholt-Fafner. Es la redención por el Amor.
Georges Bizet (1838-1875) compuso una ópera titulada Carmen, de lo cual se puede deducir que la Habanera de Carmen es una parte de esa ópera. Correcto. Georg Friedrich Händel (1685-1759) escribió una ópera titulada Xerxes, por lo que es lógico suponer que el Largo de Xerxes es una parte de esta obra. Muy bien. Pietro Mascagni (1863-1945), a su vez, compuso la ópera Cavallería rusticana, lo que permite imaginar que el Intermezzo de Cavallería rusticana pertenece a la obra mencionada. Sí, claro. Y Richard Wagner compuso una ópera titulada Sigfrido, por lo cual hay que suponer que el Idilio de Sigfrido es una parte de esta ópera. ¿De acuerdo? No, de ninguna manera. Éste es un error que de vez en cuando suele cometerse al respecto de esta partitura, una de las obras muy menores de Wagner y que, contra lo que pudiera pensarse, no tiene nada que ver con la ópera Sigfrido, al menos no directamente. Es un hecho, sin embargo, que las historias relacionadas con ambas obras son muy interesantes y muy complicadas, y sí tienen que ver, entre otras cosas, con la poco edificante vida privada del señor Wagner.
El material musical del Idilio de Sigfrido fue trabajado por Wagner a partir de algunos temas de la ópera Sigfrido, cuya composición había iniciado en 1857, y que fue estrenada en Bayreuth en 1876 bajo la batuta de Hans Richter. Además, Wagner incluyó en el Idilio de Sigfrido una cita de una canción de cuna alemana muy tradicional, que probablemente fuera usada por Cósima para poner a dormir al pequeño Sigfrido. En contraste con la densa orquestación que Wagner propuso para sus óperas, la ocasión y las circunstancias lo indujeron a escribir la pieza para una combinación de maderas a uno, corno, trompeta y cuerdas. (La mañana del estreno, la trompeta estuvo a cargo de Richter). Queda para la especulación imaginar que, siendo Wagner la clase de hombre que fue, quizá no era capaz de expresar el amor en la vida real con la misma intensidad y convicción con que lo expresó en el fantástico mundo de sus héroes y heroínas, valkirias y nibelungos, un mundo que al paso de los años sería heredado por su hijo Sigfrido.
Para no perdérselo.
Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos