LOS CONCIERTOS PARA VIOLÍN DE BACH, DOS DE LAS OBRAS DE NUESTRO PRÓXIMO PROGRAMA
Estimado público:
En la velada del próximo sábado 16 de marzo, se interpretarán los conciertos para violín número 1 y 2 de Johann Sebastian Bach (1685 - 1750). Hace unos días publicamos una interesante entrevista con el solista de violín que los interpretará, el joven Pablo Turlo Escorihuela, Primer Premio en el concurso Intercentros Melómano de la edición de 2022 en la categoría Grado Superior. Hoy queríamos profundizar un poco en estas obras de Bach, su Concierto nº 1 para violín y orquesta en la menor, BWV 1041 y su Concierto nº 2 para violín y orquesta en mi mayor, BWV 1042.
Los seis años que Bach se desempeñó como maestro de capilla del príncipe Leopold en la pequeña corte de Anhalt-Köthen, de 1717 a 1723, fueron altamente productivos. Además de un buen número de sonatas para violín, violoncello y flauta, así como otras tantas suites e invenciones para teclado, a esa época pertenecen el primer cuaderno de "El Clave bien Temperado", y ni más ni menos que los seis "Conciertos de Brandeburgo". En relación a la música para violín y orquesta, se inscriben tres obras geniales: el popular concierto para dos violines y los nonciertos en La mayor y Mi mayor.
El príncipe Leopold, para quien trabajó, era un príncipe melómano apasionado de la música que no podía satisfacer su apetito exclusivamente con los salmos de iglesia impuestos por la reforma calvinista. De modo que dispuso albergar en su modesta corte una agrupación instrumental de primer orden. Diecisiete músicos estuvieron a disposición de Bach durante aquellos años, y con ellos en mente pudo el maestro componer prácticamente a su antojo. Generosamente retribuido por el príncipe, Bach se contó entre los miembros mejor pagados de la servidumbre. Por si todo esto fuera poco, allí en la corte conoció a una talentosa soprano, Anna Magdalena.
Bach, en toda su vida, jamás salió de Alemania. Pero mientras permaneció en Weimar, previo a su paso por Köthen, realizó una gira mental por Italia copiando hasta altas horas de la noche música de los maestros barrocos italianos, Vivaldi en primer término. De ahí que un espíritu vivaldiano recorra la obra de principio a fin. Y, naturalmente, sus movimientos son tres, en la tradicional secuencia vivaldiana de rápido-lento-rápido.
Bach era un intérprete con talento. Le gustaba dirigir sus orquestas tocando la viola, para poder estar en medio de todo, y poseía un violín de Jacob Stainer, cuyos instrumentos eran entonces más apreciados que los Amatis o los Stradivaris.
El concierto nº 1 está dividido como decíamos en tres movimientos: 1. Allegro, en la menor, 2. Andante, en do mayor, y 3. Allegro assai , en la menor. En este movimiento final, Bach se basa en figuras de bariolage para generar sorprendentes efectos acústicos. La métrica y el ritmo son los de una giga. Uno de los estudiosos de Bach lo define como “quizás el movimiento más animado y despreocupado de Bach en el modo menor».
El concierto nº 2 es conocido por una copia manuscrita que data de alrededor de 1760, una década después de la muerte de Bach, y por una versión de concierto para clavecín que Bach escribió alrededor de 1740. Ésta fue la única vez en los 50 años de Bach como músico profesional que su trabajo no consistió en hacer música para el culto luterano. El concierto está en la tonalidad de Mi Mayor y tiene mucho en común con el concierto para solista de Vivaldi que Bach ya había estudiado a fondo, pero tiene características que habrían sorprendido a Vivaldi. El primer movimiento hace un uso típico de secciones orquestales y solistas alternas, pero también está en forma de ABA, con una repetición literal de la sección inicial. Esta estructura era común en la ópera barroca (y las arias en las cantatas de Bach) pero muy inusual en un concierto, aunque el primer movimiento del concierto era originalmente una adaptación de la forma aria. Aún más inusual, en una época en la que el papel era caro, es que ambas fuentes del manuscrito incluyen la repetición completamente escrita en lugar de simplemente instruir a los intérpretes para que vuelvan al principio y repitan la primera parte. El movimiento lento es uno de esos movimientos medios del concierto de Bach en el que la memorable melodía es una figura persistente en el bajo. El final es un verdadero rondó, una forma inusual para Bach.
Para no perdérselo...
Jorge Rodríguez Morata
Coordinador de contenidos pedagógicos.